lunes, 7 de mayo de 2018

Hay ganas que nunca se van.
Las ganas de besos, de abrazos, de sexo.
Las ganas de recordar, las de imaginar, las de viajar.

Las ganas de perderse, de perdernos, de olvidarte.
Que ganas da enamorarse.
Son muy constantes las ganas de llorar,
que falta el aire, lo demás, que mas da.

Hay ganas que van y vienen. Las ganas de tenerte, de beber, de soñar.
Hay ganas que vuelven y te pierden.
Las ganas de irse para no poder volver nunca jamas.
Mi vida es una estación, en silencio, donde una eventual alarma agita a los vagabundos que duermen en las escaleras.
Una estación dormida, nunca despierta, una serie de trenes vacíos que no saben donde irán. Una lista de trenes perdidos que no van a volver a estacionar.

Mi vida es un descarrilamiento, un después en el cambio de aguja, una sirena que no va a sonar, otro retraso en la salida.

Un gato maúlla y pregunta la hora, tu tren ya no está. ¿Quien le habla?
Despierta el revisor, ¿donde está mi ticket? Se me ha escapado el tren.