He visto un alma en pena, alguien perdido en su propia piel, alguien hundido en llantos y en gritos sordos. He visto a alguien que por un momento me ha recordado a mi, y quisiera yo pensar en un ataque de ego y egoísmo que yo estoy mucho peor, que yo estoy mas triste, que yo estoy mas solo, que yo he perdido mas, que yo la echo mas de menos. Pero seria mentira.
El hombre lloraba a voces, gritaba en silencio, hablaba con ella mientras escribía en una libreta y cantaba a las palomas de los parques, esperando que ella apareciese para escuchar todo lo que tenia que contar. Pero al parecer, ella jamas volvería.
Me dio por seguirle, por escucharle, por preguntar, me contó una historia triste que exaltaba del cabello de una musa y menospreciaba sus fallos. Me hablaba de su perfección como si de una estatua de marfil se tratase, de su fragilidad cristalina, de su belleza lunar. Quien me hablaba era un loco, o un enamorado, que afectos prácticos es lo mismo, un hombre sin cordura y y sin apenas esperanzas, cuyo mundo pendía de un hilo rojo atado en su muñeca. Ojalá yo hubiese sabido expresar con mil palabras lo que el decía con su mirada mientras contaba como se enamoraron y así lograría yo recuperar lo perdido.
Cuando decidí despedirme le aseguré volver, hablar, ayudarle, me sentía identificado con aquel pobre zombie que malvivía tan cerca de mi.
Ayer vi un alma en pena, alguien perdido en la piel de una mujer, alguien hundido en recuerdos de risas y sonrisas. Me he visto a mi en un espejo en un momento efímero de cordura antes de pasar el resto del día recordando, escribiendo cartas sin sello, cantando para mis adentros, sabiendo que nunca vas a volver.
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