Y allí estaban, frente al ejercito enemigo, a pesar de estar en desventaja numérica. El rey Theoden dio ordenes a sus lugartenientes, y dijo:
- ¡ Avanzad, sin que os devore la oscuridad, luchad, luchad jinetes de Theoden, caerán las lanzas, quebraran los escudos, rojo será el día, hasta el nacer del sol !
Orcos y jinetes prepararon sus lanzas, y mientras el rey gritaba-
¡ Cabalgad, galopad asta la desolación y el fin del mundo ! -, a la vez que chocaba su espada contra las lanzas de sus jinetes.
Y volvió a gritar- ¡ Muerte ! - y sus soldados repetían, una y otra vez.
Los cuernos sonaron y los caballos empezaron a avanzar. Miedo, coraje se veía en las caras de los jinetes.
Los orcos soltaron su primera oleada de flechas, y muchos cayeron, pero seguían cabalgando.
Los orcos soltaron una segunda carga de flechas, pero su valor no se corrompería tan fácilmente.
Una tercera oleada salió, y los dos ejércitos estaban apunto de encontrarse.
El temor empezó a invadir las caras de las filas frontales orcas ante semejante oleada, y el miedo los hizo retroceder, pero ya era demasiado tarde, por que el ejercito de los hombres ya se les había echado encima.
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