miércoles, 14 de septiembre de 2011

Si de rodillas he de vivir.

Faltan horas...no muchas, demasiadas quizas para este cuerpo tan ansioso como asustado. Mi celda esta sucia y vacia, no hay mas sonidos que los gruñidos, lamentos de los demas encerrados, o las risas, insultos y desprecios de los guardias. Las horas pasan, el miedo se apodera de mi, y reprimo lagrimas. Pasan las horas, minutos, segundos.
Los gritos empiezan.
Los guardias agitados y en continuo movimiento, preguntan discuten y se ponen de acuerdo. Miran entre rejas a los individuos encerrados, miran y rien, los debiles ahi fuera seran siempre los bienvenidos y aclamados. Risas y congoja en el exterio, los debiles gritan, patalean y lloran al ver los ojos guardianes sobre sus pieles palidas y huesudas.
Mi momento a llegado. Con risas y aplausos me sacan de mi camastro, me arrastran y me tiran al suelo, me obligan a levantar entre dientes y amenazas. Mi hora a llegado.
Entre patadas y golpes me sacan al exterior, y solo un suelo de tierra ensangrentado, lleno de muertos y horror. Algunos de los debiles estan frente a mi, procurando crecerse ante la multitud que nos insulta y aclama. Prentenden ver nuestra lucha, como juego, nuestra muerte, como deseo, nuestro final, como extasis del juego. A mis pies hierro herrumbroso y afilado.
Apartando mis escrupulos, pensado en la crueldad, de que o quito una vida o se llevan la mia, descargo mis golpes sobre los debiles, arracando partes de su cuerpo y de mi alma con cada descarro y corte.
Al final, el sol en alto, el publico clamando, y solo quedo yo. Mi sangre cubre el suelo, el publico pide mas sangre, la mia, la del vencedor. En el campo solo quedo yo. Mi vida no es mia, mi vida no sera libre, si de rodillas he de vivir, mejor en pie morir. Y mi cuerpo se suspendio, como el que corta un delicada flor, el hilo de mi vida. Y de pie el cuerpo sangrante y demacrado quedó.
Los gritos terminaron, mi alma libre al fin, pues mi cuerpo sucumbio.

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